Che comandante, amigo - Nicolás Guillé

Nicolás Guillén declama la sua poesia, scritta subito dopo la morte del Che e letta per la prima volta a La Habana, il 18 ottobre 1967. Nicolás Guillén declama su poesía dedicada al Che después de su caída en Bolivia. . El poema fue leído por primera vez por el mismo Guillén, frente a la gente de La Habana, durante la velada conmemorativa dedicada al Guerrillero Heroico TEXTO DE LA POESÍA No porque hayas caído tu luz es menos alta. Un caballo de fuego sostiene tu escultura guerrillera entre el viento y las nubes de la Sierra. No por callado eres silencio. Y no porque te quemen, porque te disimulen bajo tierra, porque te escondan en cementerio, bosques, páramos, van a impedir que te encontremos Che Comandante, amigo. Con sus dientes de júbilo Norteamérica ríe. Más de pronto revuélvese en su lecho de dólares. Se le cuaja la risa en una máscara, y tu gran cuerpo de metal sube, se disemina en las guerrillas, como tábanos, y tu ancho nombre herido por soldados ilumina la noche americana como una estrella súbita, caída en medio de una orgía. Tú lo sabias, Guevara, pero no lo dijiste por modestia, por no hablar de ti mismo. Che Comandante, amigo. Estás en todas partes. En el indio hecho de sueño y cobre. Y en el negro revuelto en espumosa muchedumbre, y en el ser petrolero y salitrero, y en el terrible desamparo de la banana, y en la gran pampa de las pieles, y en el azúcar y en la sal y en los cafetos, tú, móvil estatua de tu sangre como te derribaron, vivo, como no te querían, Che Comandante, amigo. Cuba te sabe de memoria. Rostro de barbas que clarean. Y marfil y aceituna en la piel de santo joven. Firme la voz que ordena sin mandar, que manda compañera, ordena amiga, tierna y dura de jefe camarada. Te vemos cada día ministro, cada día soldado, cada día gente llana y difícil cada día. Y puro como un niño o como un hombre puro, Che Comandante, amigo. Pasas en tu descolorido, roto, agujereado traje de campaña. El de la selva, como antes fue el de la Sierra. Semidesnudo el poderoso pecho de fusil y palabra, de ardiente vendaval y lenta rosa. No hay descanso. ¡Salud, Guevara! O mejor todavía desde el hondón americano: Espéranos. Partiremos contigo. Queremos morir para vivir como tú has muerto, para vivir como tú vives, Che Comandante, amigo.
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