Una noche, aprovechando un intervalo de la orquesta, Aníbal “Pichuco“ Troilo lo llama a Cadícamo y le pide que lo acompañe al vestuario, que quiere hacerle escuchar un tema que ha compuesto, para ver si le puede poner versos.
Fueron hasta el altillo, Troilo tomó el fueye y lo hizo sonar tarareando la melodía. Enrique Cadícamo se entusiasmó con el tango y comenzó a sacar un monstruo del mismo, o sea, trasladándolo en clave al papel para encajar la letra en el tema, y le prometió ocuparse del mismo, a la vez que lo felicitaba por lo bien que sonaba esa música.
Cuando a la madrugada la barra se dispersa, Cadícamo iba caminando hacia su casa cercana, esquivando bajo las marquesinas la fina garúa que mojaba las calles de la ciudad y ahí nomás le vino a la cabeza una parte de la letra: “Garú y triste por la acera...“
Trabajó con el tema duramente hasta el amanecer y se fue a la cama con el mismo en la cabeza. Lo completaría afiebradamente a lo largo del día, acompañándose con el pequeño piano que tenía en su casa. Esa noche, después de empilcharse de primera, como era su costumbre, cenó con un par de amigos, les mostró la letra, éstos lo felicitaron y de ahí al Tibidabo donde le haría escuchar los versos terminados a Troilo, en el mismo altillo de la noche anterior.
A Pichuco no le podían las ansias y dos días más tarde estaba ensayándolo con Francisco Fiorentino.
Le costó un poquito a Fiore, pero al final orquesta y cantor encontraron un tango que haría largo y feliz camino en el vademécum tanguero.
Lo grabó la orquesta con la voz de Fiore el 4 de agosto de 1943 y años después lo repetiría Troilo con el Polaco Goyeneche, que también se regodearía con el tema, ahora más melódico. Porque Orlando Goñi se marcharía al mes siguiente de grabar aquella primicia con Fiore, buscando un camino propio que no le sería feliz.
(José María Otero, en “Tangos al bardo“)
Aquí podemos ver la extraordinaria interpretación de este tango por parte del “polaco“ Roberto Goyeneche en el programa televisivo “Sábados de Tango“ con Miguel Angel Manzi.
GARÚA - Tango (1943)
Música: Aníbal Troilo
Letra: Enrique Cadícamo
¡Qué noche llena de hastío y de frío!
El viento trae un extraño lamento.
¡Parece un pozo de sombras la noche
y yo en la sombra camino muy lento.!
Mientras tanto la garúa
se acentúa
con sus púas
en mi corazón...
En esta noche tan fría y tan mía
pensando siempre en lo mismo me abismo
y aunque quiera arrancarla,
desecharla
y olvidarla
la recuerdo más.
¡Garúa!
Solo y triste por la acera
va este corazón transido
con tristeza de tapera.
Sintiendo tu hielo,
porque aquella, con su olvido,
hoy le ha abierto una gotera.
¡Perdido!
Como un duende que en la sombra
más la busca y más la nombra...
Garúa... tristeza...
¡Hasta el cielo se ha puesto a llorar!
¡Qué noche llena de hastío y de frío!
No se ve a nadie cruzar por la esquina.
Sobre la calle, la hilera de focos
lustra el asfalto con luz mortecina.
Y yo voy, como un descarte,
siempre solo,
siempre aparte,
recordándote.
Las gotas caen en el charco de mi alma
hasta los huesos calados y helados
y humillando este tormento
todavía pasa el viento
empujándome.
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